¿Cuáles son los desafíos en Ciberseguridad para este 2025?
¿Cuáles son los desafíos en Ciberseguridad para este 2025?
El 2024 fue un año clave para reflexionar sobre los avances y los desafíos persistentes en ciberseguridad, tanto a nivel global como regional. Durante este período, hemos aprendido lecciones importantes sobre la vulnerabilidad de las grandes corporaciones tecnológicas, que también fueron víctimas de ciberataques. Estos incidentes, tanto externos como internos, pusieron en evidencia la necesidad urgente de fortalecer los controles de ciberseguridad. La indisponibilidad de servicios y procesos, los impactos en clientes y proveedores, y el daño a la reputación de estas empresas fueron consecuencias tangibles de estos ataques, que no solo generaron pérdidas económicas, sino también generaron una sombra sobre su imagen.
Un hito relevante del 2024 ha sido la consolidación de la Inteligencia Artificial (IA), en el día a día de los usuarios y en los sistemas organizacionales. Este fenómeno, comparable con la expansión de Internet a finales de los años 90, trae consigo tanto oportunidades como riesgos, aunque la IA ha permitido mejorar la eficiencia y la seguridad, también ha sido utilizada en la creación de ciberataques cada vez más sofisticados, especialmente en contextos bélicos. Este panorama nos deja un aprendizaje claro: Debemos seguir invirtiendo en ciberseguridad y adaptándonos a la velocidad del cambio tecnológico.
En comparación con otras regiones, Latinoamérica aún enfrenta retos significativos en materia de ciberseguridad. Aunque algunos países, como Chile con su nueva Ley Marco de Ciberseguridad, están avanzando a pasos agigantados en la regulación y concienciación sobre estos temas, la región sigue rezagada en relación con otras partes del mundo. La adopción de nuevas tecnologías sigue siendo lenta, y muchas organizaciones no logran incorporar soluciones que logren fortalecer su infraestructura de ciberseguridad, como el uso de nubes confiables, IA para el monitoreo de sistemas y la implementación de mecanismos de autenticación más seguros.
Además, la rapidez con la que emergen nuevas tecnologías y las amenazas asociadas a ellas requieren de una actualización constante de las políticas y herramientas de seguridad. La resistencia al cambio y la falta de integración de tecnologías emergentes podrían poner a las organizaciones latinoamericanas en desventaja frente a competidores o clientes más ágiles en su adopción tecnológica. Es importante recordar que "el que no se integra, se desintegra", por lo tanto, la región debe tomar en serio la necesidad de mantenerse al día con las tendencias globales para evitar quedar atrás en términos de seguridad y competitividad.
Con una mirada optimista hacia 2025, es evidente que la implementación de estándares internacionales y mejores prácticas de ciberseguridad (como estándares ISO) se está volviendo un “desde” en las organizaciones de la región. Sistemas como el de Gestión de Seguridad de la Información (SGSI) o el de Gestión de Continuidad de Negocio (SGCN), que antes solo eran adoptados por grandes organizaciones o aquellas bajo regulaciones estrictas, están ganando terreno entre empresas de todos los tamaños. Esto hoy es posible gracias a la actualización de las leyes y a la adaptación de los estándares a la realidad de los negocios modernos, permitiendo que incluso pequeñas y medianas empresas puedan acceder a estos modelos de protección sin realizar grandes inversiones.
El 2025 se perfila como un año clave para consolidar estos avances, especialmente en una región como Latinoamérica, donde las oportunidades de mejora en ciberseguridad son vastas. La clave estará en la implementación práctica de estas mejoras y la continua actualización tecnológica frente a un entorno informático en constante cambio.
Países como Israel, Singapur, Reino Unido y Estados Unidos han sido ejemplos a seguir en ciberseguridad durante 2024, destacándose no solo por su innovación tecnológica, sino también por su enfoque en la gestión del conocimiento. Estos países han comprendido la importancia de la ciberseguridad como un pilar en el desarrollo de capacidades tanto individuales como organizacionales. Han invertido en la formación de talento especializado, en la investigación y en la creación de una cultura organizacional que valora la ciberseguridad, no solo como una necesidad técnica, sino como una estrategia fundamental para el éxito y la resiliencia empresarial.
Estas experiencias muestran que, para alcanzar un nivel adecuado de protección en el ámbito digital, no basta sólo con contar con las herramientas apropiadas, sino que también es crucial fomentar una mentalidad de seguridad integral, que abarque desde la formación académica, hasta la inversión en capacidades humanas y organizacionales. Sin duda, este será un aspecto clave para los países latinoamericanos que busquen fortalecer su infraestructura de ciberseguridad en los próximos años.
Un hito relevante del 2024 ha sido la consolidación de la Inteligencia Artificial (IA), en el día a día de los usuarios y en los sistemas organizacionales. Este fenómeno, comparable con la expansión de Internet a finales de los años 90, trae consigo tanto oportunidades como riesgos, aunque la IA ha permitido mejorar la eficiencia y la seguridad, también ha sido utilizada en la creación de ciberataques cada vez más sofisticados, especialmente en contextos bélicos. Este panorama nos deja un aprendizaje claro: Debemos seguir invirtiendo en ciberseguridad y adaptándonos a la velocidad del cambio tecnológico.
En comparación con otras regiones, Latinoamérica aún enfrenta retos significativos en materia de ciberseguridad. Aunque algunos países, como Chile con su nueva Ley Marco de Ciberseguridad, están avanzando a pasos agigantados en la regulación y concienciación sobre estos temas, la región sigue rezagada en relación con otras partes del mundo. La adopción de nuevas tecnologías sigue siendo lenta, y muchas organizaciones no logran incorporar soluciones que logren fortalecer su infraestructura de ciberseguridad, como el uso de nubes confiables, IA para el monitoreo de sistemas y la implementación de mecanismos de autenticación más seguros.
Además, la rapidez con la que emergen nuevas tecnologías y las amenazas asociadas a ellas requieren de una actualización constante de las políticas y herramientas de seguridad. La resistencia al cambio y la falta de integración de tecnologías emergentes podrían poner a las organizaciones latinoamericanas en desventaja frente a competidores o clientes más ágiles en su adopción tecnológica. Es importante recordar que "el que no se integra, se desintegra", por lo tanto, la región debe tomar en serio la necesidad de mantenerse al día con las tendencias globales para evitar quedar atrás en términos de seguridad y competitividad.
Con una mirada optimista hacia 2025, es evidente que la implementación de estándares internacionales y mejores prácticas de ciberseguridad (como estándares ISO) se está volviendo un “desde” en las organizaciones de la región. Sistemas como el de Gestión de Seguridad de la Información (SGSI) o el de Gestión de Continuidad de Negocio (SGCN), que antes solo eran adoptados por grandes organizaciones o aquellas bajo regulaciones estrictas, están ganando terreno entre empresas de todos los tamaños. Esto hoy es posible gracias a la actualización de las leyes y a la adaptación de los estándares a la realidad de los negocios modernos, permitiendo que incluso pequeñas y medianas empresas puedan acceder a estos modelos de protección sin realizar grandes inversiones.
El 2025 se perfila como un año clave para consolidar estos avances, especialmente en una región como Latinoamérica, donde las oportunidades de mejora en ciberseguridad son vastas. La clave estará en la implementación práctica de estas mejoras y la continua actualización tecnológica frente a un entorno informático en constante cambio.
Países como Israel, Singapur, Reino Unido y Estados Unidos han sido ejemplos a seguir en ciberseguridad durante 2024, destacándose no solo por su innovación tecnológica, sino también por su enfoque en la gestión del conocimiento. Estos países han comprendido la importancia de la ciberseguridad como un pilar en el desarrollo de capacidades tanto individuales como organizacionales. Han invertido en la formación de talento especializado, en la investigación y en la creación de una cultura organizacional que valora la ciberseguridad, no solo como una necesidad técnica, sino como una estrategia fundamental para el éxito y la resiliencia empresarial.
Estas experiencias muestran que, para alcanzar un nivel adecuado de protección en el ámbito digital, no basta sólo con contar con las herramientas apropiadas, sino que también es crucial fomentar una mentalidad de seguridad integral, que abarque desde la formación académica, hasta la inversión en capacidades humanas y organizacionales. Sin duda, este será un aspecto clave para los países latinoamericanos que busquen fortalecer su infraestructura de ciberseguridad en los próximos años.